Historia de la lluvia de estrellas de las Perseidas o Lagrimas de San Lorenzo.
Cualquier aficionado/a ha oído hablar de esta lluvia de
verano. Para los observadores del
hemisferio norte, y latitudes medias, su observación se
puede hacer desde el anochecer, pero los de latitudes tropicales han de esperar
hasta medianoche para comenzar a ver los primeros meteoros. No es observable
desde el hemisferio Sur. Solo en los días en torno al 12-13 de agosto se puede
considerar una lluvia “importante”, con una actividad variable, según los años,
entre 80 y 120 meteoros por hora. El resto de tiempo es mucho más baja, en
torno a los 10 meteoros por hora o menos.
Hay referencias de la lluvia desde hace 2 000 años. Las
primeras provienen del lejano
oriente, donde observadores chinos ya registraron actividad
visual. La órbita de la lluvia, muy inclinada, la ha preservado de las
perturbaciones planetarias, y persiste hasta hoy día. En el periodo 1864-1866,
Schiaparelli (1871) demostró mediante cálculos que la órbita de las partículas
coincidía con la órbita del cometa 1862 III (109/Swift-Tuttle) Esta fue la
primera vez que se relacionó una lluvia de estrellas con un cometa. Realmente
lo que ocurría es que las partículas desprendidas del cometa chocaban con la
Tierra y se desintegraban en la atmósfera.
Desde entonces, ha sido observada casi año a año,
registrándose máximos de actividad variable, cuya fecha exacta no se pudo
determinar con exactitud al no trabajarse con datos globales, sino
observaciones aisladas, de tal manera que en muchas ocasiones este máximo
ocurría de día para un determinado grupo de observadores.
A finales de los años 70 del pasado siglo, se observó un
incremento de actividad de la lluvia por parte de observadores Suizos, con
tasas de 180 meteoros por hora. Esto hizo presagiar la reaparición del cometa.
Sin embargo, el 109/Swift-Tuttle no fue recuperado hasta 1992.
Posteriores revisiones de éstas observaciones confirmaron
que la actividad se había sobreestimado. Sin embargo, en 1988, el estudio
realizado con todas las observaciones remitidas a la International Meteoro
Organization (IMO) detectó en la gráfica un nuevo pico unas 12 horas antes del
máximo tradicional. Esto dio la pista de que las nuevas partículas que viajaban
con el cometas se estaban acercando a su intersección con la Tierra, aumentando
las esperanzas de que en años sucesivos la actividad anual alcanzase niveles de
tormenta.
Así, en 1991 se observó desde Japón un máximo de 350
meteoros por hora. Por otro lado,
el cometa, fue redescubierto después del máximo de 1992.
Esta imprecisión en su localización se debía en los errores cometidos en la estimación de la
órbita en su anterior paso por el perihelio, demostrándose que el periodo era
algo mayor que los 120 años estimados previamente.
En 1993, la atención fue máxima sobre la lluvia, tanto de
los amateurs como el gran público por la publicidad dada en los medios de
comunicación. Sin embargo la actividad predominante fue de meteoros débiles,
siendo la THZ algo menor que en 1991. Esto se justificó posteriormente porque
las partículas del cometa habían sido eyectadas desde el cometa hace cientos de
años, y tras ese tiempo, se habían dispersado desde su órbita original.
Desde 1993 se han observado múltiples máximos, hasta tres
diferentes. Dichos picos solo
aparecen en las gráficas que analizan datos mundiales, ya
que desde un lugar de observación, el máximo puede ocurrir en horas diurnas, y
por tanto, es inobservable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recuerda escribir correctamente, revisa el texto antes de enviarlo, cualquier comentario ajeno a la temática de este blog o que resulte inapropiado u ofensivo para el autor del blog será eliminado